Ahora, la Constitución
Por Gerardo Gaudiano Rovirosa

En la relación entre poderes, a nivel nacional aún prevalece cierto grado de injerencia del Ejecutivo sobre el Legislativo y a la vez es notorio un desgaste del Congreso ante la opinión pública.
Se observa una concepción crítica hacia el Poder Judicial frente a la falta de seguridad jurídica. Si bien es cierto hay una mayor credibilidad en la democracia, esta se relaciona con una extendida corrupción e impunidad. Por último, en la relación gobernantes-gobernados, también se observa una ciudadanía con rasgos de apatía, delegación y desprestigio de la política, que se refleja en una notoria crisis de representación y legitimidad.
Las instituciones de una nación nunca son el producto de un acto de voluntad, sino el resultado de un proceso de aprendizaje social expresado en las leyes. Su fortalecimiento está en mejorar la eficacia y eficiencia de sus organizaciones. Lo que se tiene que entender es que hay una nueva realidad de hacer política dentro de un nuevo modelo de desarrollo que salvaguarde la cohesión social.
Cuando se entiendan los nuevos retos, cuando la sociedad comprenda que hay un sólo patrón para medir los valores éticos y su responsabilidad civil; cuando cada ciudadano entienda que su futuro depende de su comprometida participación, allí estaremos más cerca de encontrar nuestro destino como república y del espíritu constitucionalista del 1917.
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